El cuento se…

—Juan quebró una ventana de la casa del señor Smith. La profesora
le pidió a Juan que se quedara después de las clases.
—¡No me diga! —respondió Jaime—. ¡Cómo puede ser! Él es muy
bien portado.
Luego, Jaime corrió hacia donde estaba su amigo José y le dijo:
—¿Oyó que Juan quebró una ventana? Eso significa que se robó
veinticinco dólares.
—¿Cómo lo sabe? —preguntó José.
—El señor Smith le dijo a mi mamá que alguien quebró la ventana
de la casa y se llevó veinticinco dólares de la mesa. No había nadie en
la casa cuando pasó. Su esposa se había ido al centro del pueblo y él
estaba en el campo.
José se quedó pensativo y después comentó:
—No lo creería si no fuera usted que lo dijo. Me pregunto qué más
hizo.
—Ni idea. Pero creo que el señor Smith debe saber que fue Juan el
que quebró la ventana. De otro modo, pudiera creer que fuimos
nosotros, y no queremos que piense eso.
—Tiene razón —respondió José—. Mejor vamos a contárselo tan
pronto terminemos el juego y antes de la hora de la cena.
Después del partido de béisbol, Arturo, Jaime, y José salieron
camino a la casa del señor Smith. De camino hablaban muy
emocionados. No les parecía la idea de delatar a su amigo; pero,
después de todo, ¿no era éste su deber?
Cuando los muchachos llegaron a la casa del señor Smith, él los
escuchó sin responder palabra. Después dijo:
—Bueno muchachos, presenten las pruebas.
Los muchachos no pudieron presentar ninguna prueba. Lo único
que sabían era que la profesora le había pedido a Juan que se quedara
después de las clases, y que se había roto una ventana en la casa del
señor Smith y que faltaba dinero. ¿No era eso prueba suficiente?
El señor Smith se puso muy serio y se dirigió hacia los muchachos:
—Siéntense, muchachos. Quiero hablar con ustedes. Vamos a ver
cómo se desarrolló esto que ustedes me cuentan. Primero, alguien

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