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El Dinosaurio

La creencia popular es que el dinosaurio sufrió extinción hace millones de años. Esa teoría no toma en cuenta el relato bíblico, la Palabra del mismo Creador del universo. Queremos investigar lo que la Biblia dice. En el libro de Job, encontramos la descripción de un animal llamado el behemot. “He aquí ahora behemot, el cual hice como a ti; hierba come como buey…. Su cola mueve como un cedro, …. Sus huesos son fuertes como bronce, y sus miembros como barras de hierro. Él es el principio de los caminos de Dios; … Se echará debajo de las sombras, en lo oculto de las cañas y de los lugares húmedos.” (Job 40:15-21). Los teólogos liberales de hoy día dicen que el behemot es nada más un hipopótamo o elefante. Pero sus características no concuerdan con la descripción que encontramos en Job. Por ejemplo, ni el hipopótamo ni el elefante tiene una gran cola que se mueve como un cedro. La descripción anterior sugiere que era un apatosaurio (anteriormente conocido como brontosaurio). Dios le habló a Job acerca de un animal que Job conocía. Recordamos que Job vivió ANTES del diluvio. Dios le había mandado a Noé que metiera de toda clase de animal en el arca. Esto hubiera incluido los dinosaurios. Luego, Dios le mandó a Noé que sacara “todos los animales que están contigo de toda carne, de aves y de bestias y todo reptil que se arrastra sobre la tierra… y fructifiquen y multiplíquense sobre la tierra” (Génesis 8:17). Noé obedeció a Dios. Obviamente, Job también conocía el animal que Dios describió. Obviamente, el animal que Dios describió era conocido en la época en que vivían Noé y Job. En la Biblia y en la historia secular, se refería a éstos como “dragones”. Pero según parece, éstos, como muchos otros animales, se extinguieron después de los días de Noé y Job. Así que, la idea de que los dinosaurios desaparecieron hace 65 millones de años no es verdad.

Traducido por Dennis Kropf y adaptado por Publicadora La Merced Fuente: http://www.searchforthetruth.net

Febrero 28, 2023   No Comments

Usted honra a María

PGuillermo Duque H.

El tema del cual nos ocupamos no es otro que el de María la madre de nuestro Señor Jesucristo. Casi no hay católico quien no diga, “Yo soy hijo de María”. Pero para vergüenza de la mayoría de esos “hijos”, pocos son los que viven una vida de santidad y pureza con la cual estoy seguro se honraría a María. ¿Quiénes son los que deshonran a María? Responderá el lector, “Yo la estoy honrando”. Pues, bien. No estoy en su contra, pero sepa que para honrarla es necesario imitarla, y vivir una vida de santidad y pureza como la que ella vivió. Si no vivimos en santidad y pureza, la estamos deshonrando.

Es obvio que para seguir este interesante tema, tengamos en cuenta dos de los conceptos más valiosos de la madre de nuestro Señor Jesucristo. ¿Conoce usted el concepto que tenía María de sí misma? ¿Conoce el concepto que María tenía de Dios? Si no tiene una respuesta positiva para estos interrogantes, lo invito a que nos traslademos a la biblioteca de Dios, la Sagrada Biblia, versión católica romana de Nácar-Colunga; la cual tiene la respuesta positiva a estos y muchos otros interrogantes.

Abramos en el capítulo 1 del Evangelio de San Lucas, para que nos demos cuenta lo que significa un fiel creyente en Dios. Nos dice que cuando el ángel le anunció la encarnación, ella, a pesar de tener compromiso formal con José, no vaciló en decir: “He aquí a la sierva del Señor hágase en mí según tu palabra” Luego, entona un cántico de alabanza al Señor, en el cual reconoce que su Hijo es su Dios y su Salvador, ya que Dios es el Salvador de la humanidad únicamente por medio de Cristo. Además reconoce que la obra que con ella ha hecho el Todopoderoso fue con el propósito de proveer salvación para ella y para todo el mundo. Claro lector, si usted hace lo que ella hizo, sentirá paz y gozó en su corazón.

Ella estaba segura de que el niño Jesús era el Enviado de Dios para salvar a los pecadores de la condenación eterna. Además, estaba segura de que É1 era su Salvador. (Lucas 1:47). No hay duda de esto, ya que ella entendía perfectamente lo que el ángel le dijo; el día que le anunció la encarnación: “Él será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá fin”.

Escuche lo que nos dice el Espíritu Santo hablando por boca del apóstol Pablo: “Dios le exaltó y le otorgó un nombre sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús doble la rodilla cuanto hay en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:9-11). Es por eso que el evangélico procura seguir el camino que indica el único consejo que se sabe que María haya dado a los hombres, cuando refiriéndose a Cristo ella dijo: “Haced lo que Él os diga” (Juan 2:5).

En este caso, usted es uno de los muchos pecadores que Él vino a buscar. Y si obedece el consejo de María, obedecerá también a Jesús, el Señor. Debemos obedecer a Jesús porque Él es el único camino que nos conduce al Padre eterno. Le dijo a Tomás: “No sabemos a dónde vas; ¿Cómo, pues, podemos saber el camino?” Jesús le dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”. (Juan 14:5,6). ¿Usted se llama “hijo” de María? ¿Por qué no le imita en todos sus ejemplos? ¿Por qué no invoca al Señor, así como ella le invocó? ¿Por qué usted no busca a Jesús como su Salvador del pecado? ¿Por qué no se hace siervo del Señor?

Recuerde, refiriéndose a Cristo, lo que María aconseja: “Haced lo que Él os diga”. ¿Le obedecerá? Jesús le dice a usted, y me dice a mí: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá luz de vida … No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no fuere así, os lo diría, porque voy a prepararos el lugar. Cuando yo me haya ido y os haya preparado el lugar, de nuevo volveré y os tomaré con-migo, para que donde yo estoy estéis también vosotros”. (Juan 8:12, 14:1-3). Y advierte: “Si permanecéis en mi palabra, seréis en verdad discípulos míos y conoceréis la verdad, y la verdad os librará. Si, pues, el Hijo os librare, seréis verdaderamente libres”. (Juan 8:31,32,36). ¿Está usted libre de los vicios que tanto mal causan a la humanidad? ¿O sigue siendo un esclavo del pecado y de Satanás?

Esta es su oportunidad y no debe despreciarla. Pues, “el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”. (Lucas 19:10). Jesús está hablando a su corazón. No lo desprecie, Él lo está invitando para salvarle. “Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré”. (Mateo 11:28). Sea salvo hoy mismo, recibiendo a Cristo como su Salvador personal.

Febrero 8, 2023   No Comments