¿Ser sincero no es suficiente?
Era el minuto 33 de la primera parte de un partido entre Colombia y Estados Unidos en el Mundial de Fútbol de 1994. El estadio Rose Bowl de Los Ángeles estaba repleto de más de 93,000 aficionados que gritaban frenéticamente. El mediocampista estadounidense John Harkes corría a toda velocidad con el balón por el lado izquierdo. Viendo a los defensores acercarse, Harkes lo pateó enérgicamente hacia el área de meta. El defensa colombiano Andrés Escobar, queriendo interceptar ese centro peligroso, se deslizó mandando el balón a la línea final. ¡Qué horror ver que lo había metido en su propia portería! ¡Gol para Estados Unidos! Aquel encuentro terminó 2-1 a favor del equipo de Estados Unidos por una metida de pata. El sincero esfuerzo de Escobar por defender su portería resultó en un autogol y en su trágica muerte diez días después. Uno puede ser sincero y a la vez estar sinceramente equivocado. La Biblia dice: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”, Proverbios 14.12. El apóstol Pablo enseña que este error puede suceder en cuestiones religiosas también. Al examinar las religiones paganas, él señaló que “cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador”. Era idolatría, un insulto directo a la dignidad de Dios, algo que Él siempre ha detestado. De la misma manera, una persona religiosa no obtiene ventaja alguna si está tratando de alcanzar a Dios de la manera equivocada o si está adorando al dios equivocado, no importa cuán sincero sea. Pablo habló por experiencia propia. Por años había confiado en el hecho de que era “ del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo y… en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible”. Pablo había sido muy sincero, pero tuvo que reconocer que su sincera religiosidad no le iba a servir para nada. ¿Será igual en el caso suyo? Por mucho que haya intentado alcanzar el estándar divino por sus propios medios y con toda sinceridad, también se ha quedado corto. Dios dice que “no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Dios ha establecido que nadie será aceptado en su presencia si no viene a Él por medio de su Hijo, Jesucristo. “Este Jesús… y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”, Hechos 4.12. https://viamagazineonline.com/wp-content/uploads/2016/11/Spanish_Via_Vol_5-1.pdf
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