¿Casualidad o creación?

La tierra orbita a 150 millones de kilómetros del sol; si lo hiciera más cerca, se quemaría, y más lejos, se congelaría. El corazón suyo bombeará hoy 7,571 litros de sangre por 96,560 kilómetros de vasos sanguíneos en 103,600 latidos. En este momento, las plantas “respiran” dióxido de carbono – no oxígeno – y si dejaran de hacerlo, ¡moriríamos en cinco minutos! ¿De dónde surgieron todas estas maravillas? ¡BUM! Algunos piensan que aparecieron por casualidad, defendiendo el teorema evolucionista de que “Nada + Nadie = Todo”. Pero, ¿no será “Nada + Dios = Todo”? Así como todos los libros tienen autores y todas las pinturas son hechas por un artista, también “alguien” originó nuestro maravilloso y complejo universo. Para que un automóvil funcione se necesitan 20,000 partes. Obviamente el “origen” de cada vehículo es un inteligente diseñador y un hábil fabricante. El cuerpo humano está formado por 75 billones de células meticulosamente ordenadas. ¿Acaso no es lógico que un “Gran Diseñador” nos haya creado? Al hacernos, nuestro Gran Diseñador nos dio también una mente para conocerlo, emociones para amarlo y una voluntad para obedecerlo. Tristemente, no hemos usado esa libertad para honrar a nuestro Creador, sino para pecar contra Él.

La Biblia señala que “no hay diferencia, por cuanto todos pecaron”. Quizás usted se crea bueno por no haber cometido ningún crimen o injusticia grave, pero el pecado no es solamente hacer lo que la sociedad sanciona, sino no poder cumplir sin tacha alguna la perfecta justicia de Dios. En consecuencia, nuestro pecado nos ha separado de nuestro Creador y nos expone al riesgo de una separación eterna de Él en el infierno. ¿No es asombroso, entonces, que el Creador haya descendido al mundo y se haya hecho como una de sus criaturas, aunque sin pecado? En vez de dejar que el hombre tratara inútilmente de acercarse a Dios, “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores”. Lo hizo no “para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”. Jesucristo, el Autor de la vida, murió por voluntad propia para ofrecernos la limpieza de nuestros pecados y la reconciliación con Dios. Cada uno de nosotros tendrá que presentarse ante Dios. Podemos hacerlo aquí y ahora para salvación, o en la eternidad para condenación. “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”, Juan 3.36. ¿Ha sido usted reconciliado?

Spanish_Via_Vol_5-1.pdf (viamagazineonline.com)

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