Uno de los principales dogmas el catolicismo es que María es “la madre de Dios”. La base del argumento es la siguiente: María es la madre de Jesús. Jesús es Dios. Estas dos afirmaciones son bíblicas. Sin embargo, con base en estas dos verdades, se saca la conclusión errónea de que María es la madre de Dios. Además de
ser una blasfemia, es lo que sucede cuando uno quiere usar el razonamiento lógico, pero sale con una
falacia deductiva. O sea, se saca una conclusión falsa, sustentándola con hechos verdaderos, pero falsamente aplicados. Decir que “Jesús es Dios” sería correcto, pero decir que “Dios es Jesús” sería incorrecto.
María no es “la madre de Dios” porque la Biblia jamás lo dice. El anuncio fue:
“…darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS”, Lucas 1:31. Nunca se le dice que “darás a luz a Dios”. A José y a María les fue encargado ponerle el nombre de Jesús, pero a través de la manifestación de Dios mismo se iba a llamar “Hijo de Dios… Hijo del Altísimo”, conforme a su carácter eterno. El Espíritu Santo con cuidado la llama “madre de Jesús”, pero nunca “madre de Dios”. Elisabet exclamó: “¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor (no ‘la madre de mi Dios’) venga a mí?”, Lucas 1:43. María
le contesta diciendo: “Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador (no ‘Dios mi hijo’).
Porque ha mirado la bajeza de su sierva”, Lucas 1:46-48. María no es “la madre de Dios” porque Dios es eterno y no tiene antepasados ni padres. “El eterno Dios es tu refugio”, Deuteronomio 33:27. María era mortal y pecadora, con origen natural, mientras que Jesús es el Hijo eterno de Dios, perfecto, y sin origen. Él dijo: “Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese… me has amado desde antes de la fundación del mundo”, Juan 17:5,24. La gloria de su persona no viene por ser hijo de María, sino por ser Hijo de Dios. “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre)”, Juan 1:14.
María no es “la madre de Dios” porque Jesús mismo (ni ningún otro) jamás la veneró. Sí la honraba (Lucas 2:51, Juan 19:26-27), pero nunca elevaba su relación con ella por encima de cualquier otra
persona (Lucas 2:49, Juan 2:4, Mateo 12:48-50).
En la última mención de María, ella se encuentra con los demás discípulos (Hechos 1:14), quienes perseveraban en la oración y en la predicación de Cristo la oración y en la predicación de Cristo. María no se vuelve a mencionar en las Escrituras y nunca en las predicaciones de los apóstoles. Pedro y todos los demás anunciaron a “Jesús… y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser
salvos”, Hechos 4:11-12.
Timoteo Woodford
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