Al trono majestuoso del Dios de potestad,
Humildes vuestra frente, naciones inclinad.
Él es el ser supremo, de todo es el Señor,
Y nada al fin resiste a Dios el hacedor.
Del polvo de la tierra su mano nos formó;
Y nos donó la vida, su aliento creador.
Después, al vernos ciegos, caídos en error,
Cual padre al hijo amado salud nos proveyó.
Señor, a tu palabra sujeto el mundo está,
Y del mortal perecen la astucia y la maldad.
Después de haber cesado los siglos de correr,
Tu amor, verdad y gloria han de permanecer.
—Isaac Watts